Tu mente no siempre tiene razón

Tu mente no siempre tiene razón

Una persona promedio tiene entre 60,000 y 80,000 pensamientos al día, según investigaciones de la National Science Foundation. La mayoría son repetitivos. Muchos son negativos. Y casi ninguno es neutral.

Pensar es una función natural del cerebro. Pero que algo pase por tu mente no significa que sea verdad.

Sin embargo, solemos darles autoridad total: creemos todo lo que pensamos, reaccionamos como si fuera un hecho, y dejamos que esos pensamientos guíen nuestras emociones, decisiones y rutinas.

La mente está diseñada para anticipar problemas, escanear peligros y recordar errores. Por eso, si no la entrenamos, tiende al catastrofismo, la ansiedad o la autoexigencia.

Y aquí viene lo importante: tu mente es una herramienta, no una verdad absoluta.

Puedes aprender a observarla sin identificarte con todo lo que dice.

Eso es lo que en psicología se conoce como desfusión cognitiva y en tradiciones contemplativas como sakshi (el testigo consciente).

1. Tu cerebro no busca la verdad, busca eficiencia

El cerebro humano no está programado para ver las cosas “como son”. Está diseñado para ahorrar energía, evitar amenazas y repetir lo conocido.

Esto se traduce en atajos mentales: los famosos sesgos cognitivos.

Algunos de los más comunes son:

  • Sesgo de confirmación: solo ves lo que refuerza lo que ya crees.
  • Filtro negativo: enfocas tu atención en lo que falta, lo que falló, lo que podría salir mal.
  • Lectura mental: asumes que sabes lo que otros piensan de ti (y suele ser negativo).

Estos filtros no son errores. Son mecanismos evolutivos.

Pero si no los cuestionas, pueden dominar tu forma de vivir.

2. Lo que piensas también moldea tu cerebro

Cada vez que repites un pensamiento, refuerzas una red neuronal.

Esto lo explica la neuroplasticidad: el cerebro cambia según cómo lo usas.

Pensamientos repetitivos como “no soy suficiente” o “todo va a salir mal” se vuelven caminos mentales automáticos.

Pero puedes entrenar nuevas rutas.

La clave está en observar los pensamientos como lo que son: eventos pasajeros. No verdades. No órdenes.

Solo pensamientos.

3. La tradición budista habla de la mente como una fuente de ilusión.

La práctica de sakshi —el testigo— propone observar la mente sin apego. Ver los pensamientos pasar como nubes. Sin engancharse. Sin empujarlos. Sin aferrarse.

Como decía el maestro Ajahn Chah:

“No te creas todo lo que piensas. Observa, y verás que la mente miente más de lo que dice la verdad.”

Hoy, muchas terapias modernas como el mindfulness, la terapia de aceptación y compromiso (ACT) y la meditación vipassana, beben directamente de este principio.

Ejercicio práctico

Toma tu libreta. Escribe un pensamiento negativo o repetitivo que hayas notado en los últimos días.

Luego contesta estas preguntas:

  1. ¿Es un hecho o una interpretación?
  2. ¿Qué evidencia real tengo de que esto es cierto?
  3. ¿Qué pasaría si no creyera este pensamiento?
  4. ¿Qué otra forma hay de verlo?

Este tipo de escritura no es para encontrar una “respuesta correcta”.

Es para entrenarte a observar, no obedecer.

Con el tiempo, ese espacio entre pensamiento y reacción puede cambiar tu día (y tu vida).

Claridad no es pensar más, es pensar con conciencia

La mente no se apaga. Pero puedes aprender a no vivir al ritmo de cada pensamiento.

A veces, basta con ver lo que pasa por tu cabeza… y dejarlo pasar.

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