Durante mucho tiempo, la escritura fue mi refugio. El espacio donde podía vaciar miedos, ordenar decisiones y reconectar con lo que realmente soy. Con el tiempo descubrí que no era solo un acto personal: la ciencia también confirma su poder.
Escribir de forma constante tiene beneficios que van más allá del papel. Estudios muestran que dedicar apenas 15 minutos al día puede reducir síntomas de ansiedad y depresión, mejorar la memoria y la claridad mental, aumentar hasta en un 42% las probabilidades de cumplir objetivos, e incluso fortalecer el sistema inmune.
No es exagerado decirlo: escribir es una de las prácticas más simples y efectivas para cuidar tu mente y tu vida.
Gratitud: empezar desde lo que ya tienes
El primer paso de mi rutina de escritura es practicar gratitud. Escribir tres cosas, personas o situaciones que valoro. No importa si son grandes o pequeñas: desde un café caliente hasta una conversación significativa.
La gratitud cambia el foco de lo que falta hacia lo que ya está. Diversas investigaciones muestran que este ejercicio eleva el estado de ánimo y reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés.
Check-in emocional: una brújula interna
El segundo paso es hacer un “check-in emocional”. Me pregunto: ¿cómo me siento hoy y por qué?
Poner en palabras lo que sientes es un ejercicio de claridad. Estudios de la Universidad de California muestran que nombrar las emociones ayuda a disminuir su intensidad. Es como encender una linterna en un cuarto oscuro: lo que antes parecía una amenaza, se convierte en algo manejable.
Propósito del día: claridad en 3 líneas
El tercer paso es definir el propósito del día. Escribo de una a tres prioridades. Una pregunta me ayuda: si hoy solo pudiera acabar una cosa, ¿cuál me acercaría más a mis metas?
Este simple ejercicio evita la dispersión y te ayuda a trabajar con intención. Escribir tu propósito no solo organiza tus ideas: refuerza tu identidad. Ya no es “voy a intentar ser productivo”, sino “soy alguien que vive con claridad”.
La escritura como puerta
Tu propósito ya está dentro de ti, pero el ruido diario lo esconde. La escritura funciona como una puerta directa hacia lo que importa. Cinco o diez minutos al día son suficientes para empezar a notarlo.
No necesitas escribir páginas enteras ni tener un estilo literario. Basta con ser honesto. El papel no juzga, solo refleja.
Un hábito que merece espacio
Escribir no es un lujo reservado para escritores. Es un hábito de cuidado personal, tan importante como moverte o descansar. Y lo mejor: no requiere herramientas complicadas. Solo un cuaderno, un bolígrafo y la disposición de detenerte unos minutos al día.
En MELE creemos en la escritura como una de las cuatro prácticas fundamentales para construir un sistema de bienestar sostenible. Por eso diseñamos la Libreta MELE: un espacio que te guía paso a paso para cultivar la gratitud, la claridad emocional y el propósito diario.
Si todavía no tienes la tuya, puedes encontrarla en mele.mx.

