No tienes que dejar la mente en blanco: así se empieza a meditar

No tienes que dejar la mente en blanco: así se empieza a meditar

“Intenté meditar, pero no pude dejar de pensar.”

“Mi mente no se calla.”

“Creo que no sé meditar.”

Si alguna vez te has dicho algo así, no estás solx. Existe una idea equivocada —pero muy común— de que meditar significa tener la mente en blanco o sentir paz absoluta desde el primer intento. Y eso, lejos de ayudarte, te frustra y te aleja de la práctica.

La realidad es otra: la meditación no es ausencia de pensamientos, sino la decisión de observarlos sin reaccionar.

Y como cualquier hábito, se entrena desde lo simple.

El mito de la mente en blanco

Uno de los principales bloqueos para empezar a meditar es la expectativa de hacerlo “bien”.

Creemos que si pensamos demasiado, si no sentimos calma, si nos distraemos… entonces no sirve.

Pero el objetivo no es eliminar el pensamiento, sino darte cuenta de que te distraíste… y volver.

Volver a la respiración. Volver al presente. Volver a ti.

Ese acto de volver —una y otra vez— es donde se cultiva la atención plena.

Pequeño, pero constante: el verdadero progreso

Meditar no es un maratón espiritual.

No necesitas empezar con 20 minutos, ni tener un espacio perfecto.

Necesitas ritmo, repetición y gentileza.

Lo que crea transformación es la práctica diaria, aunque sea por 3 minutos.

¿Por qué funciona empezar con poco?

  • Evitas la resistencia mental (“esto es demasiado para mí”).
  • Generas confianza y constancia desde lo posible.
  • Tu cerebro empieza a asociar ese momento con calma y foco.

La práctica no se juzga, se repite

Una sesión de meditación no se mide por cuán “profunda” se sintió, sino por el simple hecho de haberla hecho.

Mostrarte. Sentarte. Intentar.

Cada vez que te sientas, estás entrenando la presencia.

Cada vez que lo repites, estás modelando un nuevo patrón mental.

No busques la meditación perfecta.

Busca el compromiso amable de volver, hoy, aunque sea por un minuto.

🛠️ 3 ejercicios para empezar (con lo mínimo viable)

Te compartimos tres formas simples para comenzar:

1. La respiración consciente (3 minutos)

  • Siéntate con la espalda recta.
  • Inhala contando hasta 4, exhala contando hasta 6.
  • Si tu mente se distrae (y lo hará), solo nota el pensamiento y vuelve a la respiración.

2. Etiqueta tus pensamientos

  • Mientras respiras, observa lo que surge.
  • Cada vez que notes un pensamiento, ponle una “etiqueta”: futuro, pasado, pendiente, emoción.
  • Luego, suéltalo y vuelve al presente.

3. Escaneo corporal básico

  • Recorre con tu atención desde la cabeza hasta los pies.
  • Observa tensiones, calor, frío, latidos. No modifiques nada, solo nota lo que hay.
  • Este ejercicio entrena la atención sin juicio.

Puedes usar los códigos QR de la libreta MELE para acceder a meditaciones guiadas que te acompañan paso a paso.

No meditas para hacerlo perfecto. Meditas para volver a ti.

Si quieres integrar la meditación a tu rutina diaria, no esperes a tener el espacio ideal ni el estado mental perfecto.

Empieza hoy, con lo que tienes, donde estás.

La clave es mostrarte, no hacerlo perfecto.

La libreta MELE fue diseñada para ayudarte a construir ese hábito sin saturarte.

Con una rutina sencilla, preguntas de reflexión, espacio para registrar tus prácticas y más de 60 códigos QR con meditaciones, lecturas y ejercicios, es una herramienta real para crear constancia sin agobio.

📓 Ya disponible en mele.mx – empieza a cuidar tu mente desde lo simple.

Deja un comentario

Este sitio está protegido por hCaptcha y se aplican la Política de privacidad de hCaptcha y los Términos del servicio.